Segunda parte del artículo técnico Inspección y limpieza de conectores ópticos realizado por EXFO y que en esta ocasión habla sobre la inspección de las ferrules.
Dos son los problemas a considerar ante la inspección de las ferrules enun conector: la presencia de daños y la presencia de suciedad.
Extremos dañados
Los daños físicos que se encuentran en la extremidad del conector suelen ser permanentes, y suelen originar un cambio de conector (salvo si la ferrule no ha sido dañada). Una buena práctica, en este caso, consiste en separar o reemplazar todos los conectores en los que se observen arañazos cercanos al núcleo de la fibra (ver figura 5A), ya que pueden originar un aumento importante de la atenuación. Si se dan brechas, roturas de fibra o daños de importancia (ver figura 5B), desgaste excesivo o demasiado epoxi en el revestimiento, resulta imprescindible reemplazar el conector.
Extremos sucios:
En un mundo ideal, sin agentes polucionantes, los extremos de los conectores estarían siempre limpios y no precisarían de mantenimiento. Lamentablemente, la realidad es diferente y los contaminantes de conectores ópticos son muy numerosos.
Por ejemplo, una partícula de polvo de 1 µm depositada sobre el núcleo de una fibra mono modo puede llegar a bloquear hasta el 1% de la luz (atenuación: 0,05 dB) ¡Qué decir del impacto de una partícula de 9 µm! Otro de los motivos, para animarse a mantener limpias las ferrules, es el efecto de los componentes de alta potencia sobre el extremo de los conectores. Algunos de los componentes activos utilizados actualmente en los sistemas de telecomunicación óptica pueden llegar a generar señales con un nivel de potencia de hasta +30 dBm (1 W), lo que puede llegar a originar situaciones catastróficas cuando se utilizan con conectores con el extremo dañado o sucio (por ejemplo fusión de fibras)
Entre los contaminantes que pueden afectar el extremo de un conector, nos encontramos con el polvo, el alcohol isopropílico, la grasa de las manos, los aceites minerales, el gel adaptador de índice, las resinas epoxi, la tinta oleica negra y el alabastro. Unos actúan aisladamente y otros de forma más compleja.
Cada contaminante se presenta de una forma diferente, pero, al margen de su aspecto, las partes con necesidades más críticas de inspección son el núcleo y el revestimiento, ya que en ellas la presencia de contaminación influye sobremanera sobre la calidad de la señal. La figura 7 muestra la imagen de diferentes ferrules inspeccionadas con una sonda óptica
Una buena práctica a emplear para evitar la contaminación o daños en los extremos de los conectores, consiste en cubrirlos siempre que no estén utilizados con un capuchón de protección; de ahí la importancia de depositar estos protectores, cuando no se emplean, en un contenedor debidamente sellado, para prevenir su contaminado.
Es importante el no insertar a fondo el tapón al situarlo sobre la ferrule, para evitar el ocasional depósito de pequeñas partículas de polvo que pudieran encontrarse ocasionalmente en el protector, en el caso de un contacto directo. Estas partículas podrían haberse depositado en el tapón durante el proceso de fabricación, en su fase final.
Observaciones sobre la inspección de las ferrules
En consecuencia, la presencia del tapón protector no debe ser considerada como una garantía de limpieza, sino como un dispositivo preventivo frente a posibles daños. Otro aspecto interesante, a tomar en cuenta, es el que los latiguillos y conectores nuevos (extraídos directamente del embalaje sellado del fabricante) pueden no haber sido debidamente limpiados antes de su expedición, por los que estarían sucios antes incluso de su utilización. Felizmente, se cuenta con las herramientas y procedimientos para una limpieza adecuada de los conectores sucios.
Continua en La fase de limpieza de conectores ópticos