Los beneficios de una red cableada por fibra óptica frente a las actuales redes públicas inalámbricas.
Hubo una época en la que una red Wi-Fi pública era sinónimo de salvación. Mucho ha llovido desde que dependiéramos del cable del teléfono para poder conectarnos a Internet.
Y, aunque hay que destacar que en numerosas zonas rurales el acceso a la red de redes sigue siendo una asignatura pendiente, lo cierto que vivimos en una era en la que cualquier smartphone adherido a un plan de datos, es capaz de crear una red de conexión inalámbrica.
Mucho ha tenido que pasar para que esto sea así.
Y es que entre conectarnos por cable y crear nuestras propias redes han pasado casi un par de décadas en las que las palabras “Wi-Fi gratis” eran el principal reclamo de cualquier establecimiento público o comercial.
Existieron incluso intentos como el de Zamora, donde quisieron convertir toda la ciudad en una kilométrica red pública.
Y no es de extrañar, ¿recordáis cuando los planes de datos apenas ofrecían unos pocos megas? Sin olvidar que hubo un tiempo previo al 3G en los que los smartphones solo podían conectarse a través de Wi-Fi. Conectarse a redes públicas en cafeterías, estaciones, bibliotecas o hotspots callejeros, no solo era necesario, sino que era la única opción posible.
¿Sigue habiendo necesidad?
Ahora, sin embargo, se insiste constantemente en la importancia de evitar conectarse a redes públicas. Básicamente porque supone un riesgo innecesario.
No es tanto por el carácter público de la red, sino por el uso que otros usuarios puedan hacer de la misma. Al conectarte a una red pública pones en riesgo tu privacidad y tu integridad digital al no saber quién la controla. Eres más susceptible de ser víctima de ataques a través de redes públicas.
¿Qué hago si me conecto a una red pública?
Tampoco es el fin del mundo, cómo hemos comentado, antes lo hacíamos habitualmente. Afortunadamente, ahora disponemos de más información y herramientas para acceder a ellas de manera más segura.
Sólo tienes que seguir unos pocos consejos:
- Prioriza siempre usar tus datos móviles a cualquier red Wi-Fi, sobre todo si es pública. Tampoco te fíes de una red doméstica de alguien que no sea de confianza. Incluso puedes crear tu propio hotspot con tu smartphone, eso sí, no te olvides de protegerlo con una contraseña robusta.
- Asegúrate de que el nombre de la red corresponde al establecimiento al que crees que pertenece. Muchas veces nos fiamos de redes con nombres de cafeterías o edificios públicos, cuando en realidad son redes de terceros con nombres falsos. Pregunta siempre a un empleado en caso de duda.
- Tengas PC, o MAC, VPN son tus siglas aliadas. Una VPN es una red privada virtual que te permitirá cifrar datos tan sensibles como tu geolocalización o tu historial de búsquedas cuando navegues por Internet.
- Prevenir es curar. Ninguna VPN te va a proteger de un ataque de phishing o malware, más bien te hace un objetivo menos obvio. Procura no ingresar credenciales importantes como pines de tarjetas de crédito o contraseñas.
- Una conexión por fibra óptica es siempre mucho más segura que las redes públicas.